miércoles, 19 de diciembre de 2012

Hojaldre de atún.

¿Y para qué tener salsa de tomate hecha en la nevera o en el congelador? Pues para cosas como esta. El hojaldre de atún en mi casa es el plato socorrido para la típica cena de cada uno llevamos algo y ya si eso luego lo juntamos. Que son las que luego allá no puedes calentar, si llevas raciones individuales se te acaban desparramando por el camino, nunca tienes tiempo de preparar como se merecería y encima tienes que pensar que aguante al día siguiente porque seguro que sobrará un montón de comida.
La masa de hojaldre la puedes hacer en casa, pero es que entonces pierde toda la gracia. Puestos a pegarnos el curro de hacer hojaldre casero mejor meterlo en un milhojas que en una empanada. Así que yo suelo comprarlo en el supermercado. Normalmente está al lado de las masas de pizza frescas o de los preparados para pasteles. Vienen en paquetes de una hoja, así que deberás comprar dos si quieres hacer un hojaldre redondo (comen 3-4 personas como plato único) o una sola hoja si la quieres doblar por la mitad como si fuera un calzone.

El proceso para hacerlo es sencillísimo y queda de lo más resultón.
Ingredientes:
- 2 placas de hojaldre fresco redondo (por ejemplo)
- sofrito de tomate (casero, no pongáis uno de bote que matará el sabor a todo)
- 3 latas de atún
- aceitunas verdes deshuesadas
- pepinillos
- lechuga verde
- 1 huevo

Proceso:
Coloca en un plato hondo seis o siete cucharas de tomate. Si tenías una gran cantidad en un bote remuévelo antes, tiende a separarse el agua de la parte más densa.
En un plato a parte vacía las tres latas de atún escurridas. Vuélcalas al plato con tomate dejando los restos de aceite en el plato, el relleno ya es suficientemente húmedo con el tomate como para sumar aceite.
Pica aceitunas y pepinillos al gusto. Ten en cuenta que la aceituna cuando se calienta sube de sabor. Yo suelo ponerle siempre verdes y suaves, aunque si prefieres añade unas pocas negras.
Corta a tiras transversales un par de hojas de lechuga. Procura que sean verdes para que tengan más sabor, pero finas para que no le dé excesivo gusto. Dale vueltas a toda la mezcla.
Enciende el horno, con calor solo por debajo a 170 grados.


Saca una de las láminas de hojaldre, extiéndela sobre el mismo papel de horno en las que vienen y coloca la mezcla sobre él, cuidando de dejar el perímetro libre. A continuación extiende la otra lámina sobre el mármol de la cocina, recorta una tira del perímetro exterior y cubre el primer hojaldre con este recortado. Cierra el exterior enrollándolo sobre sí mismo como una empanada. Si quieres, aprovecha la tira sobrante para hacer algún dibujo.
Por último pinta el hojaldre con huevo batido. Si no tienes un pincel de cocina o una lengua, basta con que lo hagas con los dedos. En realidad no es más que para darle colorcillo, así que ni tiene que estar perfecto ni hace falta que te pases media hora intentando que cada milímetro esté pintado. Piensa que no conviene que el hojaldre esté fuera mucho tiempo o se reblandecerá en exceso.
Mételo en el horno a 170º. Cada horno es un mundo, y el hojaldre es muy delicado, así que ponlo 10 minutos, échale un ojo y ve mirándolo cada 5 minutos (en unos 20 suelo tenerlo listo). Si ves que el fondo del horno calienta más que el frente (habitual en hornos preparados para llevar un ventilador, pero que no lo tienen instalado) saca la bandeja y gíralo con cierta rapidez.
A su vez, si ves que la parte de encima se dora más rápidamente pon sobre él el papel de horno que venía en el segundo hojaldre pasados los diez minutos primeros (recomiendo dejarlo hasta entonces en la nevera).
Consejo: el hojaldre se infla mucho (en ciertos hornos muchísimo). Ten cuidado a dejar espacio por encima -pero no tanto como para que se queme por debajo-, o se pegará al techo y será imposible de salvar.
Antes de comer déjalo enfriar. Y si te sobra no olvides protegerlo para que no se seque.
¡Buen provecho!

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